miércoles, 13 de septiembre de 2017

ENTREVISTA AL POETA RUBÉN AMAYA (TUCUMÁN)

ESCUCHA EL AUDIO:
https://www.youtube.com/watch?v=1FvuU_D_du0


POETAS ARGENTINOS: ENTREVISTA CLAUDIA AINCHIL. PRODUCCIÓN CAMILA SUNICO. OPERACIÓN TÉCNICA: BCNRADIO. LOS MARTES DE 20 A 21 HS. POR LA RADIO DE LA BIBLIOTECA DEL CONGRESO DE LA NACION http://bcnradio.com.ar/

RUBÉN AMAYA (TUCUMÁN)  

Desocupados

¿qué vamos a hacer esta mañana
Esta semana este mes esta existencia?
¿qué vamos a hacer con estos brazos
Absurdamente mudos por la espera?

¿para qué tanto sol
Quemando este año sin destino?
Crece la ciudad en sus sonidos
Buscando inútilmente nuestros pasos

¿cuántas noches de impotencia
Tendremos que pagar
Por tanto olvido
¿cuántas veces tendremos que morir
Desheredados del trigo y el martillo?

Alguien trazó un margen un vacío
De oficio sin sombras ni señales

Finalmente, la militancia es una ternura

Finalmente, la militancia es una ternura.
a pesar de los dolores que conlleva.
Es que el dolor de la militancia
repercute en los huesos de la historia.
Y produce (además de alergia),
fuertes dolores de cabeza a los poderosos.
Por eso el mal humor de los fascistas,
frente a la permanente alegría de un militante.
A un militante no le suele doler la cabeza,
porque generalmente es ahí
donde apunta y dispara el enemigo.
Además, el mejor remedio
para el dolor de cabeza de un militante,
es el futuro.

Sin trabajo (Canción)

Hoy anduve todo el día,
Todo el día y sin trabajo.
Todo el día calle arriba,
y mis brazos esperando

Con el rumbo lastimado,
voy enfrentando al andar,
un largo camino estéril,
sin mañana y sin trabajo

El buscar se hace cansancio,
de triste estrella gastada,
de gaviota cris de cielo,
despojada de sus alas.

Porque en casa está esperando
la ternura postergada,
que floreció en estas manos
de fabricar esperanzas.

Y esta noche cuando vuelva
de la impotencia hacia adentro,
de atravesar el espanto
de un país como mis pasos.

Cuando emerja del naufragio,
soledad de soledades,
cuando rostros malheridos
acompasemos el paso.

Cuando acabe la paciencia,
que tiemblen los mercaderes,
porque estas manos vacías
de herramienta y de trabaio,

Empuñarán las guitarras,
como un faro en la pobreza,
para abrir el palomar
y organizar la tristeza.

Desatarnos el silencio
en un camino coral,
para acabar con el tiempo
de mañanas sin trabajo.

Los genocidas

¿Saldrán por las mañanas a saludar al sol?
¿Andarán por estas calles,
respirando la mañana,
con el mismo fervor con que nosotros
respiramos la libertad?
¿O permanecerán
encerrados en sus cubiles,
acechando, imaginando el momento
de volver a ensuciar el país,
con sus instintos criminales?
¿Reunirán la mesa familiar,
para contar sus hazañas?
¿Soportarán sus ojos,
testigos insobornables
de las miserias de su vida?
¿Tendrán el valor de Sócrates,
de beber la cicuta?
¿O cobardes, como siempre,
tomarán cada noche,
una botella de whisky,
para no soñar con ellos mismos? 

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